“Un apuesto joven al que besó en los labios con dulzura”; ese era el comienzo de mi gran obra, una novela de más de 500 páginas con las que pretendía dar el salto a la fama.
Llegada a la altura de la página 31, ese joven apuesto ya se había convertido, por arte del birlibirloque o, dicho más claramente en román paladino, en un regaña niños que siempre estaba refunfuñando pues se sabía, achaques propios de la edad, imposible de terminar sus últimos días en un apacible y discreto índice final.
Me ha gustado ese final de discreto índice final. Bien narrado. Un abrazo grande.
ResponderEliminares lo que pasa, la imaginación está llena de buenas intenciones; pero al escribir todo se vuelve complejo y pesado....los personajes se resisten con uñas y dientes a que los encierres en un papel... sin la suficiente motivación (casi inexistente en estos tiempos) raramente logramos terminar nada decente
ResponderEliminarComo la vida misma en muchas ocasiones.
ResponderEliminarUn beso grande.
Algunos personajes tienen vida propia y se van volviendo maaalos.
ResponderEliminarReal como la vida misma. Supongo que es lo que nos pasa a la mayoría de nosotros.
ResponderEliminarAl principio todo son buenas intenciones que según va pasando el tiempo, o van pasando los palos, se van olvidando o quedando atrás.
Saludos
Refunfuñar te sale muy muy bien! Un beso
ResponderEliminarSomos aquello que hacemos y no lo que pensamos. ¿Cuántos sueños se quedan en la pagina 31?
ResponderEliminarDe cualquier modo se puede ser feliz siendo, que en definitiva es lo que importa.
Saludos.
Las ideas de agolpan y los personajes también, pero huyen de nuestra mente sin pedir permiso y nos dejan algo desanimados.
ResponderEliminarSuele pasar hasta en las mejores familias.
Un abrazo
Cuantos grandes planes se quedan a medias !!!
ResponderEliminarLo suficientemente breve como para darnos idea de la futilidad de los propósitos humanos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Triste es cuando el personaje envejece, pero más triste es cuando se marcha con otro autor.
ResponderEliminarUn micro redondo, me gustó mucho
Estupendo. Tremendo en su cortedad, como debe ser.
ResponderEliminarUn abrazo,
Laura