domingo, 4 de septiembre de 2022

POEMA DE JOSÉ ANTONIO GÓMEZ CORONADO


 IV

(a una encina ardiendo)

 

DERROTADA de luz, como un guerrero

al que tan sólo el tiempo ha derrotado,

cae al fin como un cuerpo al infinito

fragor de su penúltima batalla.

Y es un cadáver vivo que aún conserva

la mansedumbre triste de los seres

destinados al fuego, la nobleza

de haber visto en sus ojos tanto cielo.

Derrotado su afán, al fin, su cuerpo

será dios en la hoguera más humilde

y alzará en su agonía una plegaria

con que arrojar la luz que tantos años

atesoró su carne: grito eterno

que hará voz del silencio, como un coro

en el viento solemne de la noche.

Y al incendio de todos sus recuerdos

acudirán las bocas de otros cantos,

acudirán los nombres que ya nadie

pronunciará por ella. Y esta guerra

será al fin su victoria más temida,

será su vuelo manco hasta la tierra

donde ya duermen todas sus raíces.

Todo lo asume el fuego y su ceniza

será fría en el mármol de su tumba

como esa noche gris que ha consumido

toda su luz ardiendo con su cuerpo.

Todo lo asume el fuego y lo consagra,

todo lo purifica y en el humo

su luz de nuevo buscará otra sombra

que habitar en silencio, otra morada

donde dioses antiguos ya la aguardan.


  de “El triunfo de los días” Ediciones Rialp, 2002


 

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