miércoles, 5 de julio de 2017

POEMA DE FERMÍN HERRERO



Ha vuelto la cigüeña al pueblo, hacía
muchísimo que no anidaba ninguna. Lleva
días zurciendo palos en el chopo
grande del prado del molino.
De anochecida, a veces, como suele
pararse el solanillo, se queda
suspenso el campo. En el reposo,
su crotorar se acrece tanto
que puede oírse desde el jardín, resuena
con la fresca, conforta, quién
sabe por qué. Un vecino saluda
al pasar, como si escuchase también
se para y mira el campo, dice: los trigos
tienen color de cera, están
llegando bien, parece. Asiento sin hablar,
color de cera, quién sabe por qué,
es soberbio. Sonríe al despedirse. Vuelvo
a cuidar del poema. La luna asciende
por el cerro y, a contraluz, en la acacia,
en sus hojas, un tiemblo repentino.

                     de “Sin ir más lejos” Ediciones Hiperión, 2016

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