lunes, 1 de enero de 2018

POEMA DE CARMELO GUILLÉN ACOSTA







EN FRÁGIL SOLEDAD

EN frágil soledad y en feliz calma,
entiendo mi vivir como el del árbol
que hunde sus raíces en la tierra
con un solo deseo, ser la savia
que invade el universo de armonía
y accede con su halo al mismo cielo.

En frágil soledad, me doy al cielo,
a la ilusión de verme siempre en calma,
trenzando en dulce vuelo la armonía
que aviva con fulgor el feraz árbol,
desde la alta copa en que la savia
desciende tronco abajo hasta la tierra.

En frágil soledad, vivo en la tierra
igual que si viviera ya en el cielo,
libando así mi alma de la savia
que el mundo facilita cuando, en calma,
se deja presentir dentro del árbol
en plenitud de ser y de armonía.

En frágil soledad, es la armonía
mi sello personal en esta tierra,
pues vivo para el mundo como el árbol,
que crece para adentro y en el cielo
encuentra ese sosiego y esa calma
precisos para hendir de luz la savia.

En frágil soledad, surge la savia
en ramas de fragor y de armonía,
y dejo mi alma al aire, y en la calma
que el mundo me procura aquí en la tierra,
y que, en mi afán de darme, alcanza al cielo,
imito en mi arrebato al fértil árbol.

En frágil soledad, soy ese árbol
que exuda en su vivir toda la savia,
toda la transparencia que abre al cielo,
y en nudos de ilusión y de armonía
me doy sin condiciones por la tierra,
con renovada entrega y viva calma.

Que si vivir en calma pido al árbol,
también pido a la tierra que su savia
me llene de armonía, como al cielo.


  de “Las redenciones” Editorial Renacimiento, 2017




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