
foto de la Red
PELHAM BAY PARK
Suelo sentarme en la estación
en una de esas sillas enrejadas
de metal frío, laminado.
No miro nunca al que se va
si no al que se ha quedado, como yo,
con la maleta en una mano
y en la otra, la reserva de un hotel
donde debí de ir antes que ese tren,
que me avisó insistentemente,
cerrara la última oportunidad
de trasladarme hacia lugar alguno.
Insiste la megafonía
que vigilemos nuestras pertenencias.
de "Brooklyn"
Un momento para tomar una determinación que, sabemos de antemano alucinada, febril por la distancia y desde luego, imposible.
ResponderEliminarNuestro lugar es solo nuestro y no es necesario viaje alguno.
Siempre estamos con nosotros.
Un abrazo
O tal vez tenías que ir a la estación para, simplemente, ver cómo perdías el tren. Nunca se sabe.
ResponderEliminarUn nuevo poemario en marcha ¿no?
ResponderEliminarGracias Luis, menos mal que está uno mismo para apoyarse.
EliminarElena, el destino está ahí, falta esperar lo suficiente.
José María, por ahí van saliendo papeles, ya veremos en qué acaban.
Abrazosss!!
Ahora lo he pillado. Felicidades po tu accésit.
ResponderEliminarVaya, pues gracias.
EliminarSon duros estos tiempos en los que tenemos que preocuparnos de "nuestras pertenencias"
ResponderEliminarJe, je, Juan, el problema es que hay gente que confunde "nuestras" con "mis" y suele coincidir cuando se tiene un cierto cargo...político.
ResponderEliminarImpactante poema. Un sólo verso, con precisión de relojero, para expresar el viaje a ningún sitio.
ResponderEliminarMe encanta que de la desolación de Cuaderno del delirio te quedes con la rabia. Gracias por volver.
Un beso
Elvira
Que maravilloso es el poder de observación cuando suma vertigo e imaginación a nuestros sentido. Es lo que me enriquece de este poemar.
ResponderEliminarGracias.
Saludos