La vida tiene dos extremos.
Está el extremo del nacer:
es allí donde se acompasan
esas fuerzas que tensan el vacío.
Una palabra a punto de ser dicha.
Un gesto anterior a su movimiento,
o esa gota que engorda sin caer
hasta que un viento escaso la decide.
Eso está en el extremo de la ausencia.
Después viene un espacio que es de nadie,
una línea
sobre la que anda el sustentado,
un límite que borra el anterior
que va cayéndose mientras se avanza,
como cae un recuerdo sin memoria.
Finalmente se llega al otro extremo
hasta haber completado una vuelta rutinaria
donde un extremo y el otro son el mismo.
Y así, hasta el infinito.
Cambiándonos de cuerpo,
ahora rama, ahora pez, por qué no nube.
Empezando de cero la memoria.
Hasta que se es memoria todo
y el círculo se cierre o se abra
y todo quede fuera o dentro.
O comience el origen de otro fin.
Para Elena. Y una rosa...
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Entradas
José Antonio, una poesía excelente.
ResponderEliminarPlena de metáforas.
Quizás sea raro, pero el motivo a veces, borra rarezas.
ResponderEliminarUn abrazo
Precioso...un beso
ResponderEliminarToda la historia contenida en unas pocas respiraciones que mientras ocurren, parecen no tener mas sentido que el de mantenernos vivos.
ResponderEliminarDe este modo transcurre lo que hemos dado en llamar tiempo... y al fin, descubrimos que aquellas si que eran importantes y que son las que nos han convertido en memoria, tal vez en sabiduría.
Un abrazo enorme José Antonio
Muy reflexivo y extraño a la vez. Tal vez por eso le has puesto el título de "raro". Me ha gustado de todas formas. Espero que estés bien. Un abrazo.
ResponderEliminarUn poema que va atado a dos extremos, los contrarios. Un poema que no busca respuestas, más bien indaga en el movimiento de sus versos, sus contradicciones.
ResponderEliminarHermoso José Antonio. Un abrazo
Preciosa foto y sugerente poema.
ResponderEliminarGracias,
Gracias por vuestros comentarios. Ellos son los que dan vida a este blog.
ResponderEliminarAbrazoss!!