martes, 17 de noviembre de 2020

DOS POEMAS DE FABIO MORÁBITO


 

MUDANZA


A fuerza de mudarme

he aprendido a no pegar

los muebles a los muros,

a no clavar muy hondo,

a atornillar solo lo justo

He aprendido a respetar las huellas

de los viejos inquilinos:

un clavo, una moldura,

una pequeña ménsula,

que dejó en su lugar

aunque me estorben.

Algunas manchas las heredo

sin limpiarlas,

entro en la nueva casa

tratando de entender,

es más,

viendo por dónde habré de irme.

Dejo que la mudanza

se disuelva como una fiebre,

como una costra que se cae,

no quiero hacer ruido.

Porque los viejos inquilinos

nunca mueren.

Cuando nos vamos,

cuando dejamos otra vez

los muros como los tuvimos,

siempre queda algún clavo de ellos

en un rincón

o un estropicio

que no supimos resolver.

 


CORTEZA

 

De niño me gustaba

desprenderla,

limpiar el tronco,

dejar al descubierto

la verde urgencia

de otra capa,

sentir abajo

de los dedos

la rectitud del árbol,

sentirlo atareado

allá en lo alto,

en otro mundo,

indiferente a mis mordiscos,

capaz de sostenerse

sin corteza,

capaz de reponerse

de cualquier ofensa.


         De “Ventanas encendidas” Editorial Visor, 2012




4 comentarios:

  1. Dos buenos poemas! Gracias por descubrirlos.

    ResponderEliminar
  2. Sí son buenos. Fabio Morábito escribe una poesía muy interesante. Gracias Susana.

    ResponderEliminar
  3. Tan buena selección que has conseguido despertar mi curiosidad por el autor, lo buscaré para leer más. Muchas gracias!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Vale la pena adentrarse en su poesía. Arati, muchas gracias por comentar.

      Eliminar