miércoles, 10 de abril de 2019

POEMA DE ANTONIO MANILLA




MANZANO

Por el techo fantasma de la casa
se cuela el firmamento. El viento enfila
escaleras, pasillos: su susurro
de navaja apresura el canto del mochuelo.

La luna se demora en las estancias
que fueron comunales, encendiendo
un reguero de vida en los objetos,
metales oxidados por la lluvia
que penden de unos clavos que no venció la edad.

El suelo de madera está podrido y cruje
a cada leve avance, por las luces vacías
penetra muy intenso el olor de un manzano
que alguien plantó hace mucho y respira invisible
con las ramas dobladas por los frutos.

Un día ese frutal,
cuando no estés ya tú, continuará
aligerando con su aroma el mundo,
enfrentando a la grave noche el leve
imperio de hermosura
de cuanto existe opuesto contra el tiempo.

Sobrevivió a los hombres, perdurará a los muros
y dará fe de vida, entre ortigas y polvo,
más allá de tu ruina,
de que una vez aquí se alzó esta casa
piedra a piedra erigida por los tuyos.


      de “Suavemente ribera”, Editorial Visor, 2019


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