AMOR COMO UNA URGENCIA
QUÉ hermoso tú que existas
para decir te quiero
cuando me viene en ganas.
Así sencillamente: te
quiero.
La vida será siempre
nuestro retorno inmenso, el mar donde abrazamos
la dicha sin permiso. Donde sólo tu beso podía
comprenderme.
Ahora te recuerdo, quiero decir te quiero
para olvidar la muerte. Apenas si conservo de ti
tu inexistencia: tus ojos esperados como una
carta urgente, como un dolor urgente…
¡Qué hermoso hacerte ser cual eres como entonces!,
como cuando dejabas tu cuerpo libremente
de norte a sur, de oeste a este ¡entera
geografía! y recogía mi olvido tu memoria
y hacía tu aliento cuanto había borrado.
Qué hermoso era el
principio y del principio
tú nada más y el mundo era contigo.
Quiero creerte
ahora. Creerte eterna
y casta para poder amarte de todas las maneras.
A pesar del dolor,
a pesar de la muerte
y el gozo que me queda, hoy no sé más de mí
que tu vida. Que descubrirme amado por las cosas.
Tú hiciste del amor
el crucigrama
donde se unían los seres y el recuerdo:
el último recuerdo que todavía es presencia.
Tú desataste el
día, la palabra, lo
conjugaste todo como un soplo que Dios
dejó en tu pulso y me lo diste.
Por eso te creé
sobre el dolor dichoso de la muerte
como un río sereno que abrazo y que no agoto.
Y tú tenías
razón,
valía la pena el llanto, valía la pena amar
aunque fuera esta vida. Creer que nada puede
morir si existe amado.
Con la
alegría tuya
quisiera tener la humildad de decir que
Te quiero.
de “Envés del existir”,
1977. Ediciones Rialp
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