viernes, 29 de septiembre de 2017

UN POEMA DE RUBÉN MARTÍN DÍAZ



LA CADENCIA DEL AGUA

Pienso en la piedra que ha cruzado el límite
del agua, no mantiene ya su mismo
perfil redondeado
y ha perdido el reflejo
que un vértice de luz continua quiso
dejar varado en ella
bajo el cielo de agosto.

La cadencia del agua es caprichosa,
variable y terca,
no permite mostrar
la verdadera imagen de la piedra
y, sin embargo, expone
su condición extraña de no ser
tal como el río dice.

¿Qué es más verdad, el cuerpo que lanzó
mi mano
o ese borrón oscuro
que el agua arrastra
con diligencia?

Yace en el fondo
una imagen pensada, racional,
no sensitiva, de la misma piedra
que ha encontrado en el ojo
su nueva forma.

Para entender la idea
se ha de cruzar el límite del agua
y del conocimiento.

de “El mirador de piedra”. Visor, 2012

domingo, 24 de septiembre de 2017

DOS POEMAS DE CARMELO GUILLÉN ACOSTA



IMAGEN SENTIMENTAL DE MI PADRE

Y a los ojos me viene su presencia,
del patio al corazón, del corazón
al compromiso. Lo confieso: el tono
es diferente cuando hablo de él.
Y sigue vivo; y sigue enamorado
de mi madre; y a su hijo, por mucho
que le diera por oírlo, lo quiso
más que a él.
                    Cuando me acerco a verlo,
me exige que la cuide, que es mi madre,
y a él, que no me olvide de llevarle
las flores de los muertos, que a los muertos
se les honra con flores. ¡Qué de veces
me lo viene diciendo!:
                                 no te olvides
ni en la vida ni en la muerte de aquel
dulce deber: el cuarto mandamiento.




CONSIDERACIONES A PARTIR DE ESTE DÍA

TODO lo que he palpado, olido o miro ahora,
todo tiene su qué, su magia, su sentido.
La vida se sucede así, llena de luz,
hacia el fin que le es propio, el que le pertenece.
Y lo que muere, pongo por caso el día este,
alcanza en realidad su vocación más plena
cuando las sombras dan razón de que existió.

E igual que hablo del día, vale la noche, el hombre,
esa brizna de hierba que cae en mi cabeza.
Cualquier ser entra dentro del juego misterioso
de nacer y morir, no se da otro principio.
Y si existen las sombras, las produce la luz;
y si existe la luz, es porque hay sombras;
lo visible y lo invisible tienen el mismo origen,
el mismo sedimento, la misma eternidad.

Y yo sé que es de paso que voy, entre palabras,
unas veces devuelto y otras absorbido;
y sé que el día este, o la noche, o el hombre,
o la brizna de hierba que cae en mi cabeza,
poseen el poder de iluminarme un mundo
-da igual qué mundo sea- terreno y transcendente,
con el que me asemejo porque sé que es el mío.


                  de “La vida es lo secreto” Ediciones Rialp, 2009