miércoles, 29 de febrero de 2012

JUAN CARLOS MESTRE



Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo.

Un poema de Lèdo Ivo es una luciérnaga que busca una moneda perdida. Cada moneda perdida es una golondrina de espaldas posada sobre la luz de un pararrayos. Dentro de un pararrayos hay un bullicio de abejas prehistóricas alrededor de una sandía. En Cavalo Morto las sandías son mujeres semidormidas que tienen en medio del corazón el ruido de un manojo de llaves.

Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo.

Lèdo Ivo es un hombre viejo que vive en Brasil y sale en las antologías con cara de loco. En Cavalo Morto los locos tienen alas de mosca y vuelven a guardar en su caja las cerillas quemadas como si fuesen palabras rozadas por el resplandor de otro mundo. Otro mundo es el fondo de un vaso, un lugar donde lo recto tiene forma de herradura y hay una sola calle forrada con tela de gabardina.

Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo.

Un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo es un río que madruga para ir a fabricar el agua de las lágrimas, pequeñas mentiras de lluvia heridas por una púa de acacia. En Cavalo Morto los aviones atan con cintas de vapor el cielo como si las nubes fuesen un regalo de Navidad y los felices y los infelices suben directamente a los hipódromos eternos por la escalerilla del anillador de gaviotas.

Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo.

Un poema de Lèdo Ivo es el amante de un reloj de sol que abandona de puntillas los hostales de la mañana siguiente. La mañana siguiente es lo que iban a decirse aquellos que nunca llegaron a encontrarse, los que aún así se amaron y salen del brazo con la brisa del anochecer a celebrar el cumpleaños de los árboles y escriben partituras con el timbre de las bicicletas.

Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo.

Lèdo Ivo es una escuela llena de pinzones y un timonel que canta en el platillo de leche. Lèdo Ivo es un enfermero que venda las olas y enciende con su beso las bombillas de los barcos. En Cavalo Morto todas las cosas perfectas pertenecen a otro, como pertenece la tuerca de las estrellas marinas al saqueador de las cabezas sonámbulas y el cartero de las rosas del domingo a la coronita de luz de las empleadas domésticas.

Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo.

En Cavalo Morto cuando muere un caballo se llama a Lèdo Ivo para que lo resucite, cuando muere un evangelista se llama a Lèdo Ivo para que lo resucite, cuando muere Lèdo Ivo llaman al sastre de las mariposas para que lo resucite. Háganme caso, los recuerdos hermosos son fugaces como las ardillas, cada amor que termina es un cementerio de abrazos y Cavalo Morto es un lugar que no existe.


Para saber más: Juan Carlos Mestre

martes, 28 de febrero de 2012

UN POEMA ESCASO

Antes que yo
pero antes que tú
nosotros
aunque antes serían ellos
incluso antes que vosotros
y antes mucho antes
él.

martes, 21 de febrero de 2012

ELENA ROMÁN


CUATRO

Cae la tarde y una niña que persigue a un gorrión cae de rodillas, y su llanto bizarro y penosísimo cae rodando cuesta abajo deteniéndose en los portales, y cae enfermo el aire llenando la vicisitud de microbios, y cae un trozo de cal de una pared para siempre, y cae una cubeta de efusión travestida de agua sucia, y cae en la red una red y el tiempo en la cuenta y retrocede, y cae una semilla de paz en la boca del lobo, y caen los ánimos y un poema debe de estar al caer, también.

De “Veintiún bisontes”  La bella Varsovia

RELOJ DE ARENA

Me he quedado atrapada en la cavidad formada
por la unión de dos triángulos por sus vértices,
dibujando un ocho puntiagudo.
Lo último que recuerdo es un chicle.
Nado en la arena, pero voy siendo
arrastrada hacia el triángulo de abajo,
consumida por las arrugas,
demasiado esquelética.
Y desfallezco, pero entonces
una gran mano con dos alianzas
le da la vuelta a mi estancia
y me encuentro en el triángulo de arriba,
recién nacida, sufriendo por primera vez.

De “Ocho paradas en la arena” Fundación María del Villar

martes, 14 de febrero de 2012

UN POEMA SUELTO

                                                Fotografía de José María Piñeiro

 
Soñar que la hoja que cayó
volverá a su árbol algún día.
Igual que el agua que se fue
y ahora es copo.
Igual que el copo que se irá
antes de hacerse líquido.

Para que el tiempo aguante su hora
y el infinito esté más cerca.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Accidents Polipoétics



Pillado de Sopa de Poetes