Foto de Àlex Fernández Bellido
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Dicen de mí que mi poesía es triste.
He de decir que yo no soy poeta,
así que lo que escribo nunca es mío.
Son versos recogidos de algún suelo
del cual, apenas, quedan evidencias.
Tal vez, un luminoso rastro, sólo,
que nos orienta hacia una llama
cerrada a cal y canto
en un cristal prudente y sin color.
No es triste lo que escribo es que la llama
me dicta con sus brasas, ya sin humo.