Me acerco y anoto sus nombres, les tomo la huella de los dedos y las fotos de rigor, de frente y de perfil; y un día leo en la ficha, Al Capone, y me encuentro a un individuo enclenque y asustado; si es que el hábito no hace al monje, pienso, aunque nuestro nombre que estamos obligados a llevar ya nos venga tatuado de por vida y sea nuestra primera carta de presentación, y después haya que demostrar que ese nombre que nos pusieron no nos identifica.
A mí me llamaron Ansioso Pajas Mago, los muy jodidos, que ni cambiar el orden de los apellidos puedo.
Bueno y si los cambias estaras como todos. El que no se haya "maga pajas" que tire la primera piedra. Genial. Un saludo
ResponderEliminar¡Hola!
ResponderEliminarCosas de la vida, y no vida...
Saludos de J.M. Ojeda
A mí, ya ves, de tu nombre, lo que sorprende es el ansioso ¿en qué día "cae" tu santo?. Lo digo para que no se me pase felicitarte.
ResponderEliminarUn besote, entre sonrisas.
Ajá...qué dilema.
ResponderEliminarjaja! Complejidad y complicidad! Pobre!
ResponderEliminarBesos,
el problema no és el apellido, yo creo que el tema reside en el nombre. porque cada uno que "saga" lo que quiera, pero "Ansioso".
ResponderEliminarDesde luego, el nombre nos lo ponen al azar, pero ya nos encargamos nosotros de que encaje con nuestra personalidad.