sábado, 11 de abril de 2020

POEMA DE DIEGO MEDINA POVEDA




CAMBIO DE PISO

EN todas las mudanzas se nace y resucita,
cuántos recuerdos van a la basura,
nos llevan de la mano a otros momentos,
pero un impulso misterioso logra
-en un alarde estoico
o simplemente por desidia-
borrar las huellas de unos pasos firmes
que creímos perpetuos, pero nada
permanece…

y es en estos instantes
de hipótesis de espacios, de cintas métricas,
de imaginar cocinas donde antes
solo había un salón
con sus estanterías de escayola,
cuando emergen desnudos por la puerta
los nuevos inquilinos:
da igual si el hombre quiso demasiado
o si una vez el miedo inundó sus retinas,
o si ella recorrió medio mundo y ahora
quiere vivir en veintisiete metros cuadrados.
No importa -como digo-,
abunda en paradojas la mudanza,
porque mover un mueble -un simple acto- revela
un éxtasis doméstico:
en un segundo, estando de cuclillas,
levantando la cómoda en volandas,
puede ante ti pasar toda la vida,
y en ese grito interno que callamos con fuerza
hay dioses, sinestesias, melodías,
que transportan el cuerpo a otros lugares.
Imagina si ya, descalzo penitente,
evitas con tus pies mortificados
que un cajón sin soporte toque el suelo…
(No quiero ni pensar el alarido,
pero yo así –recuerdo-
también creí en Dios y en Jesucristo).

No morirás, prometo, en tu mudanza,
aunque simule el ciclo de los días,
aunque una cicatriz dibuje por tus dedos
las horas que pasaste
arrastrando lo antiguo con lo nuevo,
bautizando un olor que era de nadie
para así darle un nombre,
para que exista un mundo,
que sea vuestro mundo y se haga carne.

Después vendrán amigos, no estáis solos.
No olvidéis adquirir aquel felpudo
que da la bienvenida –es importante-,
y que al entrar se quiten los zapatos.

de “Todo cuanto es verdad”. Ediciones Rialp, 2020.


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