Esto no es una historia,
no,
pues toda historia se sustenta
del filtro de una voz que la dirija.
La narración es testimonio y crónica
de la versión del documento.
Esto que escribo aconteció,
y no en un libro o en una voz chivata,
no, más bien en el hecho mismo.
La realidad y la ficción
no caben en encuadres semejantes.
Un suceso precede al sucesor
y un carril paralelo al otro
van haciendo la vía: ese es el hecho. Fíjense
que acabo de escribir la palabra hecho
no la palabra historia.
Así viajamos al lugar,
secuencialmente así.
Esa es la historia, reanimar
lo muerto,
elegir filtros que soporten
la coyuntura
y poner en el mapa del lugar
la canción, sí, aquella que empezaba
descomponiendo el pentagrama.
Aún nadie ha decidido que se acepte
como estribillo, o melodía, el silbo
sibilante de una domada bala.
Ese es el hecho, y es irrefutable:
la historia está en la bala, no en el silbo.
No nos queda otro modo que elegir
entre los signos que se dictan
o escuchar su sonido retentivo.
Como el golpe continuo del aire en una puerta.
Como el golpe continuo del aire en una puerta.
Como el eco de un número en la piel.
Ese es el número:
10 - 11 - 1938
Esa es la historia,
el hecho de nombrar la carne
para poder tapar el hueso.
Y que no se repita el hecho.
Ese es el modo de no reescribirla.
No es una historia, no,
esto ocurrió, acabo de contártelo.
Créetelo.
Efectivamente. No es una historia, ni un cuento. Hay que procurar que lo que ha sucedido no se diluya, o se falsee en esos archivos remotos que llamamos historia.
ResponderEliminarY hablando de hechos, se acerca tu consagración poética....
Así es José María. La historia está para recordarla, aunque muy poco aprendemos de ella. Eso también nos lo dice la historia.
ResponderEliminarY hablando de hechos futuros, algo tienes que ver, para lo bueno, o para lo malo...
Qué bien cuentas el hecho para que no olvidemos y sepamos que de verdad sucedió y sigue sucediendo con otro rostro.
ResponderEliminarSaludos