EL REZAGADO
Por
estas calles ya pasó mi entierro
con
sus patéticos discursos.
Liviano
me llevaban
entre
parientes desconocidos.
Una
mujer al paso del cortejo
se
detuvo a mirarlo
con
insinuante azoramiento.
Supe
después que era una sombra,
llevaba
siglos bajo tierra.
Arriba,
monologantes nubes,
acaso
un lento avión en vuelo;
abajo,
toses, ademanes
y
lugares comunes.
Iba
dormido e indeciso
en
el último viaje.
Era
mi despedida de este mundo,
la
primera vez que me moría.
Hacia
el fin de milenio,
de
pronto quedé fuera de grupo,
rezagado,
contemplando los árboles.
El
entierro, sin mí, prosiguió rumbo
por
las penumbras suburbiales.
Lo
voy siguiendo ahora desde lejos,
al
paso de los años.
De "Partitura de la cigarra" Editorial Pre-Textos
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