martes, 13 de marzo de 2012

UN POEMA DOBLE

                                         Foto de Masao Yamamoto

                           I

Todos somos la parte de una pieza.
La parte del saber es una pieza.
También la parte del estar.
O la mano, o el ojo
que son las piezas de uno mismo.

En la parte exterior,
de la exterior del universo
recogen esas piezas fragmentadas,
que son el cúmulo de un polvo aún vivo,
y con ellas construyen otro mundo
igual y semejante al otro,
pero sin lo minúsculo del yo:
ese aura que no ocupa que es el alma,
ese lugar que no es de nadie,
que no es lugar.
Aunque haya letras que lo nombren.
Aunque esas letras lo pronuncien.
Y no se entienda lo que cuentan.


                         II

Todo es parte de una parte.
Cualquier poema es parte fragmentada
de un todo que es la parte de otro sitio.
También un verso es parte necesaria
donde las letras forman la parte de la imagen.
Incluso el punto que antecede al fin
es parte decidida de la historia.

También cualquier idea que nos venga.
Y hasta cualquier idea que perdamos.
Incluso el no tener ninguna idea
es parte de uno mismo.

Y así, con tanta parte
se irá formando un todo,
donde estará lo visto y lo invisible,
donde estará lo vivo y lo yacente,
donde el sonido esté en silencio
o el silencio retumbe en su vacío.

Todo es parte de todo.
Pues ¿qué es sino el pasado?
¿No tendremos allí algún trozo nuestro?
¿O no es hacer preguntas
la parte ineludible que nos falta?

¿No es el hueco la parte necesaria
para llenar lo que antecede al cuerpo?

martes, 6 de marzo de 2012

MARIAN RAMÉNTOL


MUCHO MÁS TARDE, AMANECE

Reconocernos las manos
después de que el cielo se haya ido,
ver su afonía entre el alambre de los dedos
sentir su peso cantándole una nana
a la mancha azulona que duerme bajo las uñas,
mientras nos descalzamos de todo lo que somos
y vemos morir nuestra memoria
colgada de los árboles.

Ser paloma bajo la sombra de los coches
y poner la mañana en boca de los ciegos,
la palabra en la nuca del poema y olvidarlo,
por un momento, por un solo instante,
perder las alas, sentir la rabia de estar quieto,
y aceptar que
mucho, mucho más tarde, amanece.

De “Los muñecos diabólicos de mi caja de pájaros” Diputación de Córdoba


DE VENTA EXCLUSIVA PARA LOCOS SIN FECHA DE CADUCIDAD

En la farmacia de guardia, en la periferia de mi vida,
justo en el cruce donde los poemas se desnudan de interrogantes,
he encontrado el último frasco de analgésicos para idiotas,
de venta exclusiva para locos sin fecha de caducidad
-pone en la etiqueta-

Pastillas de colores
para desordenar el ritmo cardiaco de mis manos
que siguen sin poder dormir, a pesar del sueño.

Me he quedado quieta en un rincón de tu afonía,
preguntándole al cansancio de los labios si existe la meta,
si vale la pena seguir esperando a que el sudor
aprenda a maquillarle las arrugas al silencio,
reconocer los poros,
irme de fiesta con el único sonido que me queda,
a pesar de que ande pidiendo a gritos la jubilación anticipada,
 o si por el contrario,
es mejor negociar con los ocres
un contrato blindado de matón barriobajero
para acabar con la policromía de los besos.

Demasiado vulgar para las palomas
que ya no le prestan el pico a los campanarios, y se juegan
el blanco de las alas en una partida a los chinos.
Mejor cambio de color
y me invento una nueva textura para el suicidio.

Dicen que ahora el verde está de oferta.

De “Hay un área de descanso un poco más debajo de mi vientre” Ediciones Atenas

Para saber más: Marian Raméntol