martes, 20 de octubre de 2015

TRES POEMAS DE PEDRO SEVILLA


ESCRIBIR ES SEMBRAR

LLEGABA por las tardes, al sol puesto,
y sin decirle nada me sentaba a su lado
porque junto a su pecho se esfumaba mi angustia
y también porque olía su ropa a sol y a lumbre,
a campo y a honradez.

Cuando el sol era ya sólo un recuerdo
volvía del trabajo con su eterno cigarro,
con sus blancas camisas jornaleras,
y mientras preparaba mi madre agua caliente
y él ponía en la radio las noticias,
yo me daba a pensar, a imaginármelo
esparciendo semilla entre los surcos
que luego el sol, el agua y la paciencia
mudarían en verde y en espigas,
en pan para las dulces meriendas de los niños.

Por eso ahora lo imito. Y por eso
ahora que soy mi padre
esparzo estas palabras
en el raro silencio de un cuaderno,
les pongo el corazón y espero que germinen:
que la escritura alcance madurez cereal
y que un día alguien pueda,
como un trozo de pan y de memoria,
hacer de estos poemas su alimento.



UNA FLOR EN TUS MANOS

CON la destreza milenaria
que gastáis las mujeres en los ritos
de la vida y la muerte,
has subido hace un rato a la azotea
para arreglar las flores,
maltrechas y ahogadas de hojas muertas
tras el penoso invierno.

Es abril y renacen los sentidos.
Todo es verdad ahora,
todo se ve y se huele,
 mientras tus manos mullen la tierra en las macetas
para sembrar como quien duerme a un niño,
como quien tapa a un muerto,
plantones de geranios, de endebles gitanillas,
de romero.

Luego, cuando terminas,
con las manos de tierra y el rostro iluminado,
preguntas si me gusta, y te sonrío.

Cómo no ha de gustarme, Josefa, si es lo mismo
lo que tú haces conmigo cada día,
lo que haces con mi alma…



BÚSQUEDA ETERNA

COMO se entra en los muslos que uno ama,
con turbación y miedo,
buscando salvación, placer, ternura,
consuelo, vida, muerte,

así he entrado en los libros,
abriendo, acariciando, desgarrando,
en busca de palabras sanadoras,
de signos, de senderos luminosos,

asaltándome siempre,
muy dentro del abrazo o el poema,

la misma pesadumbre,
el mismo hondo silencio.


    de “Serán ceniza”, Libros Canto y Cuento.

miércoles, 7 de octubre de 2015

TRES POEMAS DE VICENTE GALLEGO


CAMPOS DE GIRASOLES

                             A Sebastián Mondéjar

Con qué cuerpo de antorcha,
con qué desfachatez los girasoles
han hecho de los campos cosa suya.

Nunca fue sometido por las llamas,
en tan alta justicia gobernado,
un pedazo de tierra.

Ríndete, corazón,
que reina la belleza arrasadora.



TIERRA MOJADA

                        A Reinaldo Jiménez

Batidos por la lluvia,
los senderos del monte bajan llenos
de pulpa casi dulce.

Tierra carnal, bermeja, arrebolada,
cómo hueles así, que no se logra
decir a qué nos hueles, cuánta vida
se derrama en tu aroma, tierra nuestra
porque no eres de nadie y nos perfumas.



BIOGRAFÍA

Pasando aquí las noches,
a solas con el campo he terminado.

Enjuagando tomates
y oliéndoles la verde rama oscura.
Pelando mis patatas y poniéndolas
en trato de favor con unos ajos.

Y aún puedo permitirme
dar gracias con un tinto
que refresco con hielo y que me endulzo
con gajos de naranja y de limón.

Se diría que no he llegado lejos,
pero buscadme aquí,
perdido en la primicia de mi alma.


         de "Saber de grillos", Editorial Visor.