Fotomontaje de Juan Bautista Morán
Pretender recorrer las formas
que hace un cigarro mal fumado.
Querer ir al principio donde el nudo
estuvo por momentos algo flojo,
como buscando el calco en lo invisible.
Presentarse a la cita sin asiento
y sin cordón en los zapatos
donde aguardar la fecha imperdonable,
con las manos vacías en la espalda
como quien va a una misa sin domingos.
Sabido es que la inercia forma pliegues
que entorpecen la ruta prefijada,
y es conocido, así, que hay vocales
colgando ansiosas de una frase,
que esperan el temblor que la expulse
para semilla ser, que es lo correcto.
Al fin y al cabo, todo nace
de un derrame antes vivo, de una gota,
de algún intento al fin preñado.
Y eso es estar y ser, y así que dure.
Pero el viaje requiere un fin discreto
al ver crecer el horizonte,
su luz, su curva, más cercano,
del espejo la cara no visible,
la que esperando está al cruzar la línea.
Pero mientras las velas no se plieguen,
busca el aire la ruta establecida
que no es otra que el fondo de una cueva,
ya a recaudo la sal y la pestaña.
Sabido es que la luz allí,
apenas puede.