RAZONES
Si tengo que nombrarlas éstas son:
el olor que desprende la retama;
mas qué decir del higo por septiembre
a punto de estallar de tan maduro.
Si tengo inventariadas mis razones
es porque encuentro en ellas equilibrio;
me ofrecen un propósito valiente,
me muestran el camino más auténtico.
En ellas me sostengo. En sus pilares.
Entiendo que merece ser nombrado
todo cuanto contenga fundamento:
la luz del fondo apenas encendida;
el nombre verdadero de las cosas;
lo que tiene apariencia de vulgar
y, en cambio, si te acercas destella como nadie.
Mas sigo registrando mis motivos:
se encuentran esparcidos por las sendas;
adornan los caminos y los nutren;
allanan sobre todo los bancales.
¿Qué hace sino un rastrojo sino eso?
Tratar el polvo y para sí guardarlo.
Dejar que el sol requeme alrededor
y no importarle pues está a resguardo
de todo cuanto dañe o manifieste daño.
Los busco y los encuentro en los zarzales
y, cómo no, repechos, cómo no
voy a encontrar motivos en vosotros;
los hay más que de sobra en vuestras tierras
desiguales, tan yermas y tan áridas;
en vuestros suelos pobres, sin nutrientes;
en vuestra sed que no es saciada nunca.
En la humildad de quien sin arrogancia
muestra su cofre está el motivo, ahí,
en el sobrio aposento sin estruendo
y, ¿en dónde más?, ¿en dónde encontraré
nuevas razones si el poema está
ya terminado?
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