martes, 30 de abril de 2019

DOS POEMAS DE MARIO MÍGUEZ




DESCONSUELO


OH Dios, ¿por qué a mí, el solo, el solitario,
me arrastras de continuo a esta tristeza
con que todas las cosas en mi entorno
lloran mudas, y usando mi alma ordenas
que digan su dolor mediante el mío?...
Oh Dios, al menos dame resistencia...
¿Por qué se duelen siempre en mí las cosas
sin yo poder dolerme nunca en ellas?...



EL MILAGRO DEL VIEJO MANUEL

YA están definitivamente quietas:
hoy se fueron enfriando entre las mías
y no hubo nadie más para estrecharlas.
Qué milagro tan tierno en sus caricias.
Porque aquellas dos manos delicadas,
las temblorosas manos del anciano
que era huérfano y pobre desde niño,
y se crió con hambre y abandono
y vivió el desamparo de las lágrimas,
esas manos cansadas ya y enfermas,
transmitían lo más inesperado:
ofrecían el más puro cariño,
el necesario y limpio amor que siempre
le fue negado a él desde la infancia.



     de “Casi es noche”. Editorial Pre-Textos, 2019





sábado, 13 de abril de 2019

DOS POEMAS DE MARCELA DUQUE




EN UN ESPEJO

MIRA esos tulipanes.
No sé tú,
pero los miro y quiero ser mejor persona.

¿Por qué si son pedantes, presumidos?
Levantan sus narices por los aires.
No bajan la mirada para nada.

Míralos, míralos
qué altos y qué esbeltos,
rectos como quisiera hacer mi vida.

Pero qué pose antinatural.
¿Cuándo has visto un tallo tan erguido?

Quizá se empinan, sí, pero hacia el cielo
y mira lo vivaz de sus colores
cómo llenan los caminos de alegría.

Qué despliegue de pigmentos tan pomposo,
Su derroche es tal que escandaliza.

Si es así, entonces, que así sea.
Que mi vida escandalice a los apáticos.



DON Y OFICIO

ES bueno que se te resistan las palabras,
que no sean acuarela sino mármol,
obra de cantería.
Que tengas que percutirlas con escodas,
esperar a escuchar el ritmo en tus oídos
y volver, con más empeño, a dar el golpe.
Que sientas el rigor de trabajar
en las entrañas recónditas
del universo,
donde yace la pieza que deseas.
Tu trabajo es, entonces, desbastar, pulir, lijar
hasta que el roce con la piedra
te abra heridas.
Cuando tengas que empezar el acabado,
la finura de los últimos detalles,
recordarás que también con un buril
se grabaron las primeras formas de escritura.
Es bueno que te canses,
que se te oponga tozuda la materia
y a veces sufras
la monotonía de labrar en vano.
Así cuando el poema, ligero, emprenda el vuelo
y lo veas palpitar, sabrás que en él
está presente un soplo que no vino
de la sola pericia de tus manos.


       de “Bello es el riesgo” Ediciones Rialp, 2019


miércoles, 10 de abril de 2019

POEMA DE ANTONIO MANILLA




MANZANO

Por el techo fantasma de la casa
se cuela el firmamento. El viento enfila
escaleras, pasillos: su susurro
de navaja apresura el canto del mochuelo.

La luna se demora en las estancias
que fueron comunales, encendiendo
un reguero de vida en los objetos,
metales oxidados por la lluvia
que penden de unos clavos que no venció la edad.

El suelo de madera está podrido y cruje
a cada leve avance, por las luces vacías
penetra muy intenso el olor de un manzano
que alguien plantó hace mucho y respira invisible
con las ramas dobladas por los frutos.

Un día ese frutal,
cuando no estés ya tú, continuará
aligerando con su aroma el mundo,
enfrentando a la grave noche el leve
imperio de hermosura
de cuanto existe opuesto contra el tiempo.

Sobrevivió a los hombres, perdurará a los muros
y dará fe de vida, entre ortigas y polvo,
más allá de tu ruina,
de que una vez aquí se alzó esta casa
piedra a piedra erigida por los tuyos.


      de “Suavemente ribera”, Editorial Visor, 2019


domingo, 7 de abril de 2019

DOS POEMAS DE ÁLVARO VALVERDE



FUENTE DE LOS ALISOS

DE todos los milagros, el del agua
-dijo alguien-,
una humilde verdad que se repite
ante el flujo incesante
de esta fuente escondida
entre alisos y zarzas
donde cesa el verano
esta tarde de agosto.


OVAS

ESAS algas de agua
que aquí llamamos ovas
también estrenan verde
ahora en primavera.

Un tono tan intenso
como el de todas las hojas,
que debajo del agua
cobra un matiz precioso.

Bailan en la corriente,
las observo moviéndose
y esa danza ondulada
me recuerda que antes,
hace apenas dos meses,
eran sombras apenas
bajo el curso del río.

Han resistido, vencen
a crecidas, a rápidos,
a la cruel turbulencia
del caudal en invierno.

Son un ejemplo, duran,
fueron nada y son todo
esta tarde de mayo
en que esplenden al sol
mientras paso a su lado.


      de “El cuarto del siroco”, Tusquets, 2018