sábado, 9 de marzo de 2019

POEMA DE JOSÉ MANUEL ARANGO


HIMNO AL SOL


Porque sí porque aún no apareces por sobre el filo de la montaña
y ya los pájaros te saludan ya sus gargantas
qué algarabía se han desentumecido
y la escarcha que agravaba las hojas del arbusto comienza a desleírse
y ya brillan con destellos de plata las telarañas del rocío

Aquí vengo temprano en la madrugada
a darte mi saludo vengo porque sí con mi perro
traigo todavía la botella en la mano
mi perro y yo venimos a alabarte entre el alboroto de los pájaros
ya mis amigos se durmieron pero yo esperé que albearas para venir a verte
niño niño sol y aquí me tienes sentado en esta piedra

La neblina se abre una mirla cruza una flecha de fina punta
amarilla como si llevara un brillo tuyo en el pico
y ahora sí asomas por sobre el filo negro de la sierra
y de las rocas del asfalto de la carretera se alza un vapor blanco
montañas que una tras otra van oscureciendo puertos
que despiertan uno tras otro has venido has venido

Ahora la culebra en el arenal te alaba desenroscándose
mostrando para nadie para ti su dorso
y en el caballete del tejado un gallinazo te recibe con las alas abiertas
y todo se desentumece se hace tibio se hincha
la tierra mi escroto que tu rayo toca cuando separo las rodillas

Los filósofos dicen que no eres un dios
dicen que no eres más que una piedra ardiente un globo de fuego
que no eres tú quien engendra y hace brotar la vida en el pantano
ni crías el oro en la veta del recoveco de la montaña
Pero yo te saludo como a un dios
porque sé que eres tú y nadie más que tú abuelo sol
quien ahora mismo está engendrando en el aire los bichos
y haciendo nacer la gusanera en la podre del lodo
y engendrando las pepitas de oro en el recoveco de la roca

Como eres tú quien saca los seres y las formas de la noche de la nada de la noche
y urdes la fantasmagoría de las cosas y creas de la oscuridad los colores
tocas con tu luz la hoja del drago y la hoja enrojece
y a tu roce la hierba verdea y la espiga del maíz amarillea
ahora que tu rayo oblicuo dora a lo lejos la neblina
ahora en esta hora en que todo es azul y dorado

Porque sí porque yo sé que el oro de la espiga es tuyo
y que la alabanza de los pájaros es para ti siempre sol
de los pájaros que ya desde el alba comenzaron su algarabía
porque eso es lo primero que tu calor desentumece
las gargantas las lenguas de los pájaros

Eres sobre todo semejante a un dios por tu indiferencia
alumbras por igual a la víctima y al victimario
y no distingues entre el enemigo y el amigo
ni entre el enemigo del amigo y el amigo del enemigo
haces crecer el tronco recto de la palma y el tortuoso del terebinto
y brillas igual sobre las cúpulas doradas de las catedrales
y sobre la miseria de los leprocomios

Por eso pongo la botella entre los muslos y extiendo los brazos
como el gallinazo del caballete del tejado abre las alas para alabarte
mi perro se alebresta se levanta de un salto comienza a ladrarme
y hasta me parece que los pájaros me silban sus burlas
Porque sí porque haces madurar la fruta verdibermeja del mango
y podrir todo sol la carroña de la comadreja
fermentas el vino y haces agriar la leche
al oso que sale de invernar en países de nieve
le calientas el escroto para que busca a la hembra
y aquí mismo ante mis ojos tocas la flor diminuta del diente-de-león
y la florecita amarilla comienza a abrirse

Porque si los gusanos se alegran se menean en el pantano y te saludan
y en el monte los monos saltarines te alaban con sus piruetas
cómo no he de alabarte yo que tengo entendimiento
cómo no he de arrodillarme en esta piedra para hacerte zalemas
aunque los pájaros burlonamente me silben
aunque me ladre alebrestado mi perro

de “Poesía completa. José Manuel Arango” Edición y prólogo de Francisco José Cruz. Biblioteca Sibila. Fundación BBVA de Poesía en Español, 2009