Respirar es un hecho
ineludible
por el que el aire entrante
debe de ser igual al aire consumido.
Pero siempre nos queda un poso,
un algo en un lugar inaccesible
que no se gasta,
aun respirando rápido,
aun respirando lento, incluso, no respirando.
Eso,
incombustible como el humo mismo,
como un rescoldo que nos tizna,
eso que avanza y retrocede,
igual que lo hace el tiempo
cuando es presente o es pasado,
la dirección de los sentidos,
eso que le hemos dado como nombre
el acordado nombre de recuerdo
es lo que queda de nosotros,
como una mancha, un roce o una cruz,
en la parte escondida de algún sitio.
Eso, sin peso y que parece poco,
es lo bastante para seguir vivo
en la memoria diluyente
de una llama apagándose.
de una llama apagándose.
Sí, de una llama a punto de encenderse.
ResponderEliminarVenir aquí es darme por dentro y en los ojos con su poesía, deleitarme.
Le agradezco sus versos, que los escriba.
Montserrat.
Gracias Montserrat, un abrazo.
ResponderEliminarEsperemos que sea cierto. Que una llama apagándose no sea otra cosa que una llama a punto de encenderse.
ResponderEliminarQue así esa Juan. Un abrazo!!
ResponderEliminarme gusta tu blog como blogger es mas fácil el entrar aqui
ResponderEliminarTus palabras son mágicas Y vos tambien lo sos
Recomenzar, agradezco tu visita y tus palabras. Un abrazo.
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