Foto de Masao Yamamoto
Poner
en el hueco del árbol una pluma.
Esperar
a que se oville el nido
con la paja del pico de algún pájaro.
Buscar
la parte extravagante del poema:
como que el nido está mal hecho; en vez de acoger,
recoge; en vez de arcilla y paja,
son las mismas palabras del poema
las que encadenan signos con momentos.
Hasta formar la parte que acomoda.
Un nido de palabras: mar, silencio,
nube, vértice, esfera, incluso cuándo,
que cuelga
del lado más lejano de la rama
a falta de algún peso que lo tire.
Como quien pincha un globo que se va.
Saber
que no hubo nunca nido, ni árbol,
ni pájaro que vuele hacia nosotros.
Que hubo, solo, palabras, eso sí,
que llenan huecos evidentes.
Y todo a pesar
de tanto verso falso.
Palabras que son arrimo. Y eso quizás sea lo más próximo a...Me gustó mucho. Un abrazo
ResponderEliminarMe ha gustado...saludos
ResponderEliminarPero hay sensaciones repletas de sabores que nacen al leer este poema.
ResponderEliminarUn abrazo
Chaval, como me gusta tu poesia!
ResponderEliminarEstupendo. Formamos tantos y tantos nidos que en nuestra realidad no son...
ResponderEliminarO sí, porque ¿qué es realidad? ¿lo vivido? ¿lo pensado? ¿lo visto en otro ser que no soy yo? O, tal vez, todo.
Un abrazo
Las palabras siempre llenan los espacios vacíos...
ResponderEliminarSuerte!
J.
Qué buen poema.
ResponderEliminarUn abrazo
Ana
Me gusta su forma de escribir. Me alegro de pasar por aquí. Puede usted leer mi blog en ondasaladas.blogspot.com.es
ResponderEliminarSaludos
Jorge Sánchez