Foto de Jan Saudek
Coger algo de nada,
como un trozo de nada de papel,
como la nada que antecede a una vigilia,
o esa porción tan mínima que no es ni minúscula.
Escribir esa nada en algo.
Escribir en un blanco original,
escribir en la celulosa misma,
en la propia humedad que la refresca.
Y aunque parezca que nada se escriba,
escribir algo, lo que sea,
pues algo quedará del gesto de la escritura.
Aunque sea esa nada que no vemos.
Eso que nos parece nada
es el origen del decir.
Así que si parece que no se dice nada
también es nada
lo que un ojo cerrado ve.
En cambio
dentro del ojo o del papel se nos aparece
la forma original de un pensamiento.
Eso que es anterior al óvulo,
igual que el fuego es anterior al humo.
El poema decide que todavía es pronto para resolver el interrogante. Yo, sin embargo, pienso que es pronto para tomar según qué decisiones. ¿Nada más que decir? Nada.