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Tanto mirar mis manos me termina
por salir un orzuelo en la garganta.
Tantos dedos se mueven en la lengua
al no saber poner la coma
que ajuste el ritmo requerido
a esa sílaba que se atranca.
Hay veces que es mejor dejar el lápiz
que escriba libre, sin más trabas
que las de la decencia nos impone.
Yo, mientras, me vigilo las dos manos
por si algún dedo se me escapa.
martes, 12 de julio de 2011
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La primera estrofa es sencillamente genial. Creo que este es el que más me ha gustado de esta serie. (¿Será que siento la inminencia de ese orzuelo en mi garganta)Un abrazo
ResponderEliminarEse orzuelo que se escabulle en versos es de una increíble productividad.
ResponderEliminarMis saludos agradecidos por tu entrada.
Alicia
Parece que los dedos, siempre terminan por escaparse!
ResponderEliminarGenial nuevamente, sí señor!
ResponderEliminarUn abrazo grande
Marian
Siempre hay sílabas que se atrancan pero tú sabes darle el punto justo y preciso
ResponderEliminarUn saludo
Voy a intentarlo de nuevo (no me deja). Lo leí y me pareció espléndido, así como la brevedad de hoy.
ResponderEliminarUn beso, José Antonio.
Una vez me puedo desenroscar de este poema, te comento que se lee como quien se sube a una montaña rusa donde el escritor es la montaña rusa y las palabras los azotados pasajeros. El problema de la decencia, ya es otro problema y bastante intrincado por cierto.Un abrazo amigo.
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